sábado, 10 de abril de 2010

Si el Estado quiebra...



Bueno, ya me toca dar cuenta de mis progresos en la reducción de mi huella ecológica.

Pues empiezo por el fin de semana pasado, Semana Santa. Me fui al pueblo con la idea de aprovechar y hacer el inventario de mis posesiones por allá. (Nota aclaratoria 1: a la espera de irme a vivir a mi nueva casa en julio, tengo mis pertenencias repartidas en tres lugares: la casa de mis padres en Zaragoza, el piso que comparto en Alcalá de Henares y la casa familiar en Pozuel del campo). (Nota aclaratoria 2: ¿para qué quiero hacer el inventario de mis pertenencias? Pues porque es uno de los pasos del método que propone Simplicidad radical para tomar concienciala y reducir nuestra huella ecológica). Pues eso, que me fui a Pozuel e hice el inventario. Nada particular: libros, ropa, un colchón, una librería de mimbre....Con los libros, eso sí, hice algo que llevaba tiempo queriendo hacer: seleccioné aquellos libros que de verdad quiero seguir guardando (quizás algo más de 100) y el resto (los que no voy a leer nunca o los que puedo conseguir en la biblioteca de Zaragoza) los voy a vender de segunda mano.

Hablando de libros: saqué de la biblioteca La bolsa y la vida: cómo dejar de ser esclavo del dinero y mejorar la calidad de vida. Si Simplicidad radical me gustó y me movió a la acción, La bolsa o la vida también, o incluso más. No quiero ser proselitista, ni nada de eso, pero recomiendo a todo el mundo leer este libro...o por lo menos quedarse con el título.

Estando en el Pozuel se me ocurrió también un método sencillo que puedo emplear para reducir el agua que consumo al ducharme. Consiste en decidir antes de cada ducha cuánto tiempo voy a estar debajo de la ducha. Lo probé. En un principio pensé estar 5 minutos. Luego me pareció muy cutre, me di cuenta de que me estaba forzando y que me apetecía más tiempo: así que finalmente decidí que iba a estar 12 minutos. Puse la alarma en el móvil y empecé a ducharme. Con el móvil a mano para poder mirar cuánto tiempo me quedaba, me duché tranquilamente, sin prisas, y cuando terminé para mi sorpresa vi que sólo habían pasado...6 minutos!

El lunes volví a Madrid. Aprovechando que no tenía que trabajar me fui al Banco de España. Quería informarme sobre cómo comprar Deuda Pública, ya que uno de los pasos del libro La bolsa o la vida es invertir los ahorros en Obligaciones del Estado. La finalidad es poder llegar un día a vivir de rentas sin la necesidad de trabajar. El caso, es que estuve preguntándole a una empleada mis dudas.

Antes de irme no pude resistirme a preguntarle algo que me causaba bastante inquietud:

-Bueno, sí, yo le presto dinero al Estado y éste me lo devuelve al cabo de 30 años después de haberme pagado intereses todo ese tiempo, vale, pero ¿y si quiebra el Estado?

Su respuesta me encantó:

-Pues si el Estado quiebra saldremos todos a la calle y nos abrazarermos.

JA, JA, JA...Se me quitaron todos los miedos.

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